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Alzheimer y memoria afectiva

Como ya hemos mencionado en otras ocasiones, la Enfermedad del Alzheimer (EA) es una patología que provoca la pérdida del control de las emociones y de la memoria de la persona, incrementa las dificultades para coordinar movimientos y empeora su relación con el entorno que lo rodea, además de fomentar el desarrollo de otros problemas, como la depresión, la apatía o la ansiedad. Sin embargo, en esta entrada no vamos a centrarnos en lo que se pierde, sino en lo que se mantiene, que no parece mucho, pero es de vital importancia.

El Alzheimer es una enfermedad que, poco a poco, hace desaparecer los recuerdos hasta que la persona se ve despojada de su identidad y hasta de su propia esencia. Cuando alguien aparece nuevo en nuestras vidas, conseguimos recordarlo de ahí en adelante gracias a los procesos de consolidación de la memoria que se llevan a cabo entre el hipocampo, los cuerpos mamilares y el tálamo dorsal. El Alzheimer consigue que falle, en primer lugar, el hipocampo, para, lentamente, acabar consumiendo el resto del cerebro. No obstante, lo que desaparece en último lugar es la memoria afectiva, pero ¿a qué se corresponde esto? Sencillamente, a los sentimientos más puros. Cada vez que el paciente recuerda una experiencia o ve a una persona querida, reaparecen una serie de sentimientos y emociones. Esta resistencia de los recuerdos emotivos puede ser debido a que están más consolidados y se requiere de la destrucción de más estructuras para conseguir eliminarlos. Es por esto que es imprescindible que se mantengan gestos cariñosos y positivos, como abrazos, sonrisas y palabras de afecto, para que la persona se sienta tranquila y segura, sobre todo en momentos de ansiedad, delirios o nerviosismo. Esto pasa previamente, y como ya hemos visto anteriormente, por brindar apoyo al cuidador y encarar esta situación de la manera más objetiva posible, para así conseguir que su estado de ánimo sea el adecuado para tratar a una persona con EA y ofrecer todo su cariño y compañía de una forma sana y beneficiosa para ambos.

Los enfermos de Alzheimer pueden sentir emociones aunque no recuerden el motivo que las causa. Reconocen el significado de un abrazo o un beso aunque no consigan ubicar a la persona que se lo da o la razón por la que lo reciben, pero ese sentimiento sigue latente en su interior. Este es un motivo alentador para aquellos que rodean al paciente, porque aunque esta enfermedad elimine toda la información retenida sobre un individuo (nombre, parentesco, etc.), se sigue conservando el sentimiento más real y puro que se tiene por esa persona.

Además de tranquilidad, seguridad y una buena estimulación cognitiva, a estos pacientes se les debería brindar la oportunidad de sentir amor, pues es la única manera existente de que mantenga la unión con sus seres queridos y con los vestigios de la esencia de lo que fueron tiempo atrás. Es importante tratar de conseguir que no se sientan una carga o una molestia para los familiares y personas que lo rodean.

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